La posibilidad de hacer cursos a distancia ha existido desde
hace muchos años. Estudiar Corte y Confección, Bailar Tango y "Ser
Detective" por correspondencia era bastante usual algunos años atrás. Sin
embargo, esta educación a distancia seguía el modelo tradicional. Es decir, un
profesor dueño del conocimiento, materiales educativos de apoyo (libros,
folletos, revistas, discos) y el alumno debía asimilar el conocimiento así transmitido.
Sólo se reemplazaba la institución educativa edilicia por el domicilio del
estudiante.
Hoy en día y salvo excepciones, la educación presencial
mantiene la misma estructura y relación entre elementos. El profesor es el oráculo dueño del saber que enseña en la clase la síntesis que los alumnos habrán de aprender junto
con los elementos (libros elaborados muchas veces por los mismos docentes). Y
la Institución educativa, como mucho ofrece a los docentes nuevas herramientas
tecnológicas para que haga lo mismo, pero de una manera más cómoda o didáctica.
Luego de que ha pasado mucho agua bajo el puente, la formación
a distancia se concibe con los mismos elementos: profesor-tutor, alumno, materiales
educativos e institución. Sin embargo, cada uno de estos elementos juega un
papel absolutamente distinto y en lo esencial, el conocimiento no se transmite
ni construye en forma individual, sino que se hace en forma colectiva, con
la colaboración entre pares y con la guía o mediación del tutor. Y para esto, utiliza todas las herramientas que las tecnologías
de la información y de las comunicaciones (TICs) ofrecen, las que, por su esencia,
evolucionan y aparecen a diario.
La educación presencial enfrenta muchos nuevos desafíos y
entre ellos, la incorporación de las TICs. No se trata ya sólo de rever
programas, planificaciones, metodologías. Se trata también de acortar la
brecha de cómo adquieren los jóvenes los conocimientos fuera de la institución
y de cómo participan esos mismos jóvenes en la construcción del conocimiento como
alumnos.
La educación a distancia ha tenido que revertir el descrédito
dejado por los cursos por correspondencia. Pero a la luz de los últimos
resultados se ha transformado también en un modelo posible de excelencia, más
accesible, más democrático, más participativo. La educación presencial debe necesariamente aprovechar esas experiencias y utilizar las nuevas herramientas que se encuentren disponibles y sean las más aptas para que se construya el conocimiento útil del futuro.